De lo “normal”, a lo extraordinario

by | Aug 23, 2021 | Sin Categoria

“No hay intentos fracasados, cuando ese “fracaso” lleva dosis de intentos”

Por, Sandra E. Rivera

Rubén, era un muchacho de unos 20 y tantos años, el niño, el adolescente normal, en sus travesuras e inquietudes, pero obediente, estudioso, aplicado, inteligente, nada encendía las alertas, los semáforos estaban siempre en verde, así que la vida siguió su curso, también normal.

Sofía, una madre protectora, indagadora anónima en las redes sociales de sus hijos, para seguirles la pista, por si las amistades cibernéticas no implicaban algún peligro de los que los niños y jóvenes incautos están expuestos a manos de muchos depredadores.

Nada parecía fuera de lo común, ni en las redes sociales, ni en las amistades en la escuela, ni en la casa.

Hasta que un día, Alfredo, su padre, fue sorprendido por la confesión de su hijo, ya de 18 años, que estaba usando drogas, y de las peores.

En ese momento el mundo se derrumbó, el hogar “normal” de Alfredo y Sofía, nada, desde ese entonces volvió a ser igual.

Desde hace 6 años que se conoció el problema, la vida, ha sido de alertas rojas en cada momento, 3 sobre dosis, de las que se fue testigos presenciales, una de ellas casi, letal, y lo asombroso, de esos episodios es que esta aun vivo, como signo de que Dios tiene un propósito de salvación y de amor para el y su familia.

Dentro de ese caos, ese mal, el plan perfecto de Dios muestra cualquiera sea la situación, invita a vivirla de manera extraordinaria.

Y lo extraordinario es, vivir en medio del fuego, y que las llagas de las quemaduras no limiten luchar para que esas heridas, algún día sean sanadas completamente, hasta sentir la lluvia que cicatrice el dolor del día a día.

La desesperación, hace que los cuestionamientos a Dios requieran de respuestas inmediatas y precisas, pero El, no actúa express, porque el proceso de alfarería requiere de paciencia y tiempo.

Rubén, en esos años de profundidad en el abismo oscuro de este mundo perverso, asesino de valores y tranquilidad, nunca había contemplado la posibilidad ante los ruegos y exigencias de sus padres de ir a un centro de rehabilitación y por ley en su “mayoría de edad” no se podía hacer nada, mas que esperar que el tiempo diera dos posibilidades, el reconocimiento del problema, o la muerte.

El cansancio minuto a minuto era agotador, una tortura lenta, pero si, con esperanza, y una diminuta fe, que ha sido capaz de hacer caminar sobre las brasas, siempre cada mañana el suspiro lleno de plegarias al altísimo para que todo fuera diferente, mantenía las horas vivas, hasta que la noche apagada por la tristeza de la esperanza casi muerta, por obra divina, resucitaba otro suspiro esperando el otro día para que fuera mejor.

El tiempo llegó, y ahora Rubén ha aceptado su problema y desde hace un año, ha ingresado 4 veces con “intentos fallidos” en centros de rehabilitación, actualmente en su quinta vez, con 30 días sobrio, luchando con otros, en su misma condición, para recobrar la dignidad apagada, escondida, perdida ya para ellos, expresa la alegría de sentirse vivo, y con palabras agradecidas, les dice a sus padres, “Gracias por empujarme a salir de este infierno”.

Para Alfredo y Sofía, no es una total garantía, de que esta quinta vez funcionará de manera definitiva, pero LA ESPERANZA se ha fortalecido aún mas, porque Rubén, en sus 30 días sobrio, con alegría expresa el sabor de la vida, en cada plato que degusta sin unos ojos desorbitados, sin una mente ausente, y un paladar muerto por el veneno de la droga.

Dios, en sus respuestas silenciosas y certeras afirma, que su tiempo es perfecto y que la FE y la ESPERANZA, deben ser las muletas de las almas lastimadas, y que jamás se deben perder, aunque el incendio abrase completamente el cuerpo, el alma siempre buscará liberarse de las llamas para encontrar el auxilio en la misericordia de Dios.

Padres de familia, no hay que dejar de luchar, aunque todo parezca perdido, porque la vida es una constante batalla, y la adversidad no debe bajar la guardia, los intentos, aunque parezcan fallidos no son fracasos, son alientos de esperanza, que nos enseñan si hubo la fuerza para intentarlo, Dios dará la fuerza para lograrlo.

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