Autor: Sandra E. Rivera.
¿De que sirve tanta prisa?
¡El tiempo ya ha sido medido!
(Sandra Rivera)
El tiempo va pasando tan rápido, lo siento ahora, mas que antes, quizás, porque vivimos en un mundo donde la prisa es el condimento necesario e indispensable de la vida, donde ya no se puede ni sentarse a comer despacio en familia, y tomar la siesta, sino que muchas veces, los desayunos se realizan con una mano en el volante y la otra en la boca.
Nos estamos dejando arrastrar por un sistema casi robótico, donde se va perdiendo la sensibilidad del uno por el otro, porque estamos inmersos en nuestras propias prisas y casi que vivimos como zombies.
Vamos perdiendo la sazón de la convivencia y nos comportamos como máquinas, tratando de cumplir con los requerimientos para subsistir en el medio.
La poetisa Maya Angelou, decía que, “De alguna forma, hemos llegado a la creencia de que no somos mas que carne, sangre y huesos. Por lo que dirigimos nuestros valores a cosas materiales”.
Y es la verdad, nos olvidamos que tenemos una vida espiritual a la que debemos darle el mayor y mejor de los cuidados, como lo decía Platón que lo corporal era importante, pero que realmente tiene un papel subsidiario frente al alma, al fin y al cabo, el cuerpo es mortal e inmortal el alma.
También Jesús nos lo dice, en el evangelio de San Mateo, “”«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.”
Hemos llegado a un punto, en que vamos desvalorizándonos como seres espirituales y nada mas nos enfocamos en lo corporal, y de esta forma, llegando a extremos de hacer apreciaciones y valorizaciones del ser humano, por sus dividendos, o diversos estereotipos donde se clasifican con valores o anti valores
Por ejemplo, ¿Cómo se ve al inmigrante? Como un ser que viene a irrumpir modelos de vida, a suprimir fuentes de trabajo, a personas que no tienen nombre, que viven en la sombra, y sin embargo están aportando a una economía que fluya, aun así quieren ser exterminados como alimañas, violando sus derechos, como seres humanos, no como seres de carne, sangre y huesos, como lo decía la poeta, sino como almas que tiene una trascendencia mas elevada y respetable, que una mascota, a las que se le adjudican todos los derechos de vida y cuidados, tratándolos tan sublime como “seres espirituales” donde ahora, las parejas optan por no concebir sustituyendo la paternidad con perros y gatos, y no digo que lo que los animales no sean lindos, lo son, nos dan alegrías, pero no para el extremo de sustituir a un hijo.
Lo cierto, que la prisa en la que nos estamos dejando envolver, nos lleva a tomar este tipo de decisiones, porque una mascota no requiere el compromiso que amerita un hijo, y de esta manera se va eludiendo y retractándonos de los compromisos en la vida.
A medida que pasa el tiempo, sin tener conciencia de ello, vamos siendo objeto de una ideología que nos quiere quitar el valor del alma, el alimento espiritual, envolviéndonos en una prontitud en todo lo que respecta a la vida, ya la tecnología va suprimiendo la mano de obra, el amor, el detalle que llevaban ciertas cosas artesanales, ya no se puede apreciar, y lo poco que aun hay, es vendido a precios exorbitantes, obligándonos a optar por el mejor poder adquisitivo.
De esta manera estamos cayendo en una burbuja de indiferencia, porque la mayoría estamos sumidos en el factor tiempo, y es cuando el egoísmo, el individualismo, empieza a tomar posesión de esta nueva era que vivimos.
¿Debemos perder la esperanza? ¿Debemos dejar llevar por el conformismo? ¿Pensar que una sola golondrina no hace verano?
¡No! ¡No! Los cristianos, somos hechos de una madera de fe y esperanza, de lucha, de tesón, somos los portadores de la palabra viva que da vida, que devuelve la alegría al dolor, porque las promesas de Dios, son inagotables, por lo tanto es nuestro deber de continuar, dándole ese sabor al tiempo, contemplando, meditando aun en el medio del ruido, pero podemos escuchar con los oídos del alma, donde se encuentra el Señor, porque el se manifiesta en cada cosa, que podamos reconocerlo.
Así que no a la prisa, de la vida, el tiempo ya lo tenemos medido, el famoso pintor Salvador Dalí, citaba, que el tiempo era una de las pocas cosas importantes que nos quedan.
Vivamos sin prisa, con mesura la vida, apreciando cada puesta de sol, cada luna llena, el canto de los pájaros, el sonido del viento, el vaivén al caer una hoja, la lluvia que cae limpiando el ambiente, en cada uno de esos detalles esta la mano de Dios, dejémonos llevar por esa corriente, que es la verdadera, no por aquellas que nos quieren anular el alma.