ESCRITO POR: KARLO BROUSSARD •
“No matarás al inocente”. El movimiento para proteger a los niños antes de que nazcan se basa en este mandato moral, asumiendo que el niño, desde el momento en que comienza a existir, es una persona humana inocente.
Hay muchas rutas que toma la oposición para eludir este argumento, muchas de las cuales apuntan a la humanidad y la personalidad. Una que puede sorprender es la propuesta de que el niño no es inocente. Y si ese es el caso, entonces el acto de la madre de matar al niño puede clasificarse como un acto de defensa propia.
Ahora, sé lo que estás pensando: “¿Cómo diablos puede ese niño ser algo más que inocente?”
Aquí hay una respuesta propuesta: el concepto de inocencia no se limita a ser inocente en la voluntad, lo que algunos llaman inocencia formal. También se extiende a la conducta (llamada inocencia material).
Por ejemplo, cuando elijo libremente comportarme de una manera que no infrinja tu derecho natural a ejercer la libertad y la vida, soy formalmente inocente (inocente en mi voluntad) y materialmente inocente (inocente en mi comportamiento). Tanto mi voluntad como mi conducta son consecuentes con lo que naturalmente os es debido: el ejercicio de la libertad y de la vida.
Esta distinción es importante porque es posible que alguien sea inocente en su voluntad (inocencia formal) pero no en su comportamiento (materialmente injusto). Consideremos, por ejemplo, una persona mentalmente enloquecida que podría atacarme agresivamente, comportándose así de una manera que entra en conflicto con mi ejercicio de la libertad y la vida. Obviamente, esta persona sería formalmente inocente porque no está eligiendo atacarme: su locura (cualquiera que sea la causa) le impide usar libremente su intelecto y voluntad.